viernes, 22 de julio de 2011

Cuando estas triste.


Los latidos se detienen, están ausentes, pendientes de tu atención la cual esta desviada hacia  el desamor que te aqueja.
El corazón está completamente quieto, un marcapaso solo sería una pérdida de tiempo, ya que el problema no es cardiaco.
El problema absorbe más que tu atención, absorbe tu estado de ánimo, tus ganas, tu felicidad.
Lo que te aqueja te saca lagrimas, y cando tu tristeza se desborda en llanto  inunda todo, más que una crecida por el fenómeno del niño, y seca tus labios más que la sequia del fenómeno de la niña. Y entre inundación y sequia el corazón dejo de latir.
Por favor,  no dejes que tus lágrimas caigan al suelo, porque cuando el cristal cae al suelo se rompe, pero a diferencia del cristal que se funde y se reutiliza, las cicatrices que te producen son del alma, y esas son heridas  más profundas que las que dejan las torturas de dictaduras al pueblo combativo.
Quisiera sostener el cristal aunque se rompa en mi mano, para que no sean solamente tus lagrimas las que toquen el suelo sino también mi sangre, porque ¿De qué sirve la sangre si tienes un corazón que deja de latir cuando vos estas triste? ¿De qué sirve el corazón si no late por desamor? ¿De qué sirve el amor si no es correspondido? De nada sirven.

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